La amenaza invisible del Fascismo en León
Otro año más, el 20N se convierte en la fecha donde las puertas del infierno se abren para que el fascismo patrio se vista de gala, con sus camisas azules más tradicionales y las verdes con bandera rojigualda más modernas. Y bajo el distinto color de camisa, el mismo odio, la misma ira, el mismo objetivo antidemocrático.
Vuelven. Otro año más, vuelven. Pero cada vez lo hacen con menos timidez, quitándose un poco más su careta de falso barniz democrático, de siglas renovadas y discurso revenido, caduco. La amenaza va creciendo, disimulada, agazapada y con la cortina de humo desde los medios que, blanqueando su discurso parecen favorecer su regreso.
León, una tierra abandonada, premiada en esta suerte de miserias de la España Vaciada que condena a los pueblos al olvido, al recuerdo de la industria perdida y a las pensiones como máximo sustento de su frágil economía. León, paisajes de memoria a la sombra de molinos eólicos, demasiado gigantes para los Quijotes y los Sanchos Panza. Un León sin minas, sin trenes, sin servicios, sin futuro. Un León de pueblos que se despueblan, ciudades que se mueren y memoria que desaparece. Ese es el León que algunos quieren construir, o más bien destruir. Y ese León, entre todos sus fantasmas, encierra un caldo de cultivo para el calado del fascismo. Jóvenes sin futuro, mayores sin presente, memoria sin pasado. Ese es el panorama.
Jóvenes sin futuro, en una tierra desindustrializada y empobrecida por intereses económicos de los mismos que, desde sus sillones de mando, preparan el desembarco de los camisas verdes para desalojar los despojos de las naranjas. Promesas vacías, discursos fáciles, como si el odio fuese a garantizar su futuro, pensando que es el diferente, el inmigrante, el trabajador, el que te roba lo que el gran capital te ha quitado.
Mayores sin presente, prisioneros de pueblos que se mueren, aislados y sin servicios, desahuciados del mundo digital moderno, obligados a las citas previas por internet desde territorios y generaciones desconectadas. Castigados al abandono, convertidas sus pensiones en el sustento económico de un territorio cada vez más sombrío.
Memoria sin pasado, atado y bien atado. Un olvido programado desde los sillones y los cómplices, para blanquear los lugares, como San Marcos, para olvidar el pasado y los discursos del odio, para convertir el monstruo en mito y no saber identificarlo cuando regresa.
El fascismo crece, y León no es una excepción. El caldo de cultivo se está gestando, desde los jóvenes cachorros hasta los viejos que desempolvan bigote y galones. Nueva fachada, mismo discurso. El trumpismo leonés, que tiene más de trampa, de engaño y discurso vacío. De nuevas promesas de la boca de quienes incumplen las promesas viejas. Por eso, la sociedad leonesa debe abrir los ojos, reconocer al lobo bajo la piel de cordero y exigir para León dos cosas fundamentales: recuperar su futuro y recuperar su memoria. Con ello, se desterrará el fascismo al cubo de la basura de la Historia y recuperaremos la dignidad como pueblo. Por eso, exigimos un frente amplio político y social, capaz de cumplir estos dos objetivos y de terminar, para siempre, con la amenaza del fascismo en cualquiera de sus formas.